Malo es de pedir, peor es de robar

Todo tipo de empresa o proyecto que trate de ofrecer un servicio a un amplio número de personas y pretenda hacerlo de forma continuada en el tiempo requiere de financiación. No es necesario ser economista para saberlo. Prácticamente cualquier página web necesita ingresos para mantener su infraestructura (alojamiento, dominio, etc.) y personal. Existen muchos modelos para ello, ya sea mediante la publicidad, donaciones externas, subvenciones o el uso de pago.

La ética detrás de las prácticas utilizadas para generar ingresos son siempre cuestionables, aunque es común encontrar sitios donde tratan de ser coherentes y honestos con los ideales que promulgan. Por ejemplo, ElDiario.es muestra publicidad de grandes marcas no invasiva y permite la opción de hacerse socio para disfrutar de las últimas noticias de forma instantánea; otros como Diagonal sólo muestran publicidad de eventos y tiendas locales a través de pequeños banners y basan sus ingresos en donaciones y suscripciones.

Sorprende, por lo tanto, ver el tipo de publicidad y patrocinios que se encuentran en Menéame. En una comunidad altamente crítica con el ejercicio empresarial amoral, la especulación urbanística y las estrategias de los grandes capitales para evadir impuestos o incrementar sus ganancias, hemos visto —hasta la fecha— dos patrocinadores un tanto peculiares, cuyo modelo de negocio se basa en las inversiones y, por qué no decirlo, en la especulación.

Uno de ellos es Housers, una empresa online que busca inversores con los que adquirir inmuebles a modo de crowfounding inmobiliario para conseguir beneficios posteriores mediante su alquiler. En otras palabras, se trata de un sistema de ganancias mediante la especulación inmobiliaria dirigido a pequeños inversores que no dispongan de la solvencia para convertirse en propietarios únicos de un inmueble. En una España arrasada por la burbuja inmobiliaria cuyos ciudadanos han sufrido (y siguen sufriendo) una dura crisis como consecuencia de la especulación tanto de las construcciones como del precio del suelo, habría que cuestionarse la ética detrás de este tipo de inversiones.

El otro patrocinador es Relendo, una plataforma que se anuncia como de «alquiler entre particulares» de todo tipo de productos, con la ventaja de contar con un seguro que cubra los desperfectos ocasionados al artículo por negligencia del cliente final. El problema es que si analizamos a fondo la web, la mayoría de los artículos poseen un estratosférico precio de alquiler, lejos de su valor real de mercado, con un valor declarado artificial que no corresponde a su precio habitual de segunda mano, sumado al porcentaje del beneficio que adquiere la empresa, lo que da como resultado final alquileres por día a un tercio del precio de compra del mismo artículo de segunda mano, o alquileres que incluso duplican el precio que una empresa especializada cobraría por el alquiler del mismo producto.

En otras palabras, los patrocinadores que hasta el momento ha tenido Menéame basan su modelo de negocio en la especulación y en la estafa, algo que no concuerda con la filosofía de sus usuarios, y que ha quedado patente en los comentarios que cada anuncio respectivo ha recibido en el agregador.

No sería descabellado pensar que parte de las razones que los propietarios de Menéame hayan tenido para aceptar tal publicidad se deban precisamente a su nuevo propietario, Daniel Seijo, un joven pero experimentado especialista en marketing e inversión en nuevas empresas relacionadas con la red. Quizá no conozca aún el carácter de los usuarios del agregador naranja, más especializados en otro tipo de marketing como el astroturfing, aunque de eso hablaremos otro día.

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